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MIRANDA

  • Foto del escritor: Luca Cardoza
    Luca Cardoza
  • 3 oct 2022
  • 4 Min. de lectura

El ser humano, pero más que todo las mujeres, vivimos en una lucha constante por querer tener el cuerpo, la figura y la apariencia perfecta; queremos ser aceptadas, admiradas, deseadas, envidiadas y elogiadas por nuestro buen aspecto. (Todo esto según los estándares de belleza que vemos en las revistas, redes sociales, la televisión y que la misma sociedad nos exige) Queremos todo lo antes mencionado y más, sin importar lo que tengamos que hacer para conseguirlo, por ejemplo: desordenes alimenticios, dietas extremas, cirugías, botox, ejercicios excesivos, por mencionar algunos.


Este fue el caso de Miranda, una mujer que siempre luchó con su figura, su madre despreciaba a las personas con sobre peso, por lo tanto, enseñaba a su hija, que ella no podía ser gorda como lo eran las personas que ella tanto humillaba por su apariencia.

Para Miranda, se volvió una obsesión ser delgada, apretaba su cinturón lo más que pudiera para marcar su cintura, mantenía la respiración para que su estómago imaginario no se notara, tanto creía ella que tenía barriga, que nunca usaba traje de baño de doble pieza, y el día que lo hizo conoció al que sería su esposo.


Un hombre, que lamentablemente pensaba igual que la madre de Miranda, él buscaba la oportunidad para humillarla y hacerle creer que estaba gorda, ella lloraba en silencio y hacia todo lo que estuviera a su alcance para bajar de peso, tomaba laxantes, muchas veces no comía y si lo hacía se provocaba el vómito, iba al gimnasio, hacia toda clase de dietas que le aseguraban el peso ideal, pero a pesar de todo, sus esfuerzos eran inútiles, su esposo se las ingeniaba para encontrar un rollito que apretar y recordarle ¡¡ESTAS GORDA!!


En realidad, Miranda tenía un cuerpo normal para su edad y ser mamá de 2 niños, pero para los que estaban a su alrededor, las redes sociales y para ella misma, su cuerpo era un desastre, por eso pasaba enojada, deprimida, decaída y no sabía qué más hacer para llegar a tener la imagen perfecta.


Una imagen que al final nadie que esté obsesionado con su apariencia logrará; esto se vuelve una droga, nunca es suficiente, siempre hay algo que arreglar.

Así como Miranda, hay muchas mujeres en el mundo, preocupándose más por su apariencia física que, por su vida espiritual. Por esta razón, si tu imagen es muy importante para ti, es necesario que contestes estas preguntas con sinceridad:


¿Qué te lleva a pensar que tu imagen física no es la indicada?

¿Qué te alienta a querer tener una imagen perfecta, agradar a Dios o agradar a los hombres?


Es conveniente recordar que somos hechas a imagen y semejanza de Dios, somos hechas a perfección, o ¿acaso le dirás a Dios que se equivocó con lo que creó? (Romanos 9:20)

Como cristianos, se nos manda a no adaptarnos a este mundo (Romanos 12:2) no podemos basarnos en estereotipos, que buscan distorsionar la imagen que Dios nos ha dado (Génesis 1:26-27) somos seres perfectos tal como Él nos creó (Génesis 1:31ª) somos el único ser al que Dios le dio aliento de vida y, además, dio la vida de Su hijo para que fuéramos salvos en Él.


Así que, entendiendo el valor tan grande que Dios nos da, no podemos descuidar el cuerpo que nos ha dado, seamos diligentes y cuidémoslo como es debido, en las Escrituras no se nos manda a perfeccionar lo que Dios hizo, pero sí se nos manda a que seamos buenos mayordomos, por lo tanto, es lo que debemos hacer con el cuerpo que Dios nos da, tomando en cuenta que es templo del Espíritu Santo y somos obra perfecta de Dios.


1 corintios 6:19-20 «¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios»

Ante esto tenemos que ser sabias y cuidar nuestros cuerpos para glorificar a Dios y no para agradar a los hombres, (1 Corintios 10:31) ni mucho menos para provocarlos o buscando la aceptación del mundo. Porque no somos dueñas de nuestro cuerpo, por lo tanto, no podemos hacer lo que se nos dé la gana con él. Romanos 12:1 nos dice que: Nuestros cuerpos deben de ser ofrecidos como sacrificio vivo, santo y agradable.


Quiero terminar este artículo agregando las palabras de aliento que da Dios a los quebrantados (Salmo 147:3) «Dios sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas» Si eres una Miranda, Dios puede sanar las heridas que tú misma u otros han causado, no dudes en correr a Sus brazos, porque solo en el Señor encontraras regocijó y paz (Filipenses 4:4-7)


Si necesitas apoyo, te aconsejo lo busques en personas maduras en la fe, estas pueden ser el pastor o el consejero bíblico de la iglesia, además puedes sumar a una de las ancianas de la iglesia con las que puedas apoyarte y caminar juntas de la mano de Dios.


Ruego al Señor, por cada una de esas personas que siguen en la lucha de su apariencia, para que Dios abra sus ojos y les guie a ver que todo lo que Él ha hecho ha sido bueno en gran manera y por lo tanto debemos cuidarlo con diligencia.


Escribiendo para la gloria de Dios.


Luca.

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